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Dos vecinos de Fresnedo recogían agua embotellada de la Casa del Concejo cuando no podían consumir la del grifo. Agua Zero

El pueblo de Burgos que llevaba años sin agua potable: «La solución la habíamos propuesto y no nos hicieron caso»

Los vecinos de Fresnedo llevaban desde 2017 sin poder beber agua del grifo. Tras años de lucha han conseguido que las administraciones concluyan una obra que les lleva el agua desde un pueblo vecino

Sábado, 7 de junio 2025, 09:19

Han tenido que esperar ocho años, pero los vecinos de Fresnedo, pueblo de Burgos, ya pueden volver a beber agua del grifo, pueden lavarse los dientes con ella, lavar sus verduras o cocinar. Llevan un mes disfrutando de algo que nos parece un acto tan cotidiano que no llegamos a valorar. Hasta ahora, el Ayuntamiento de Villarcayo, municipio al que pertenece esta pedanía, les suministraba agua embotellada que tenían que ir a recoger a la Casa del Concejo, sube y baja cargados con botellas de agua.

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La solución ha sido traer el agua de la vecina localidad de Torme, a tan solo dos kilómetros, una propuesta que llevaban años haciendo desde la asociación Agua Zero, creada para luchar y reivindicar por una solución.

Tuvieron que dejar de consumir agua del grifo, calificada como no potable, en 2017 por un cambio en la normativa europea que arrojaba que los acuíferos de Fresnedo tenían exceso de arsénico, selenio, fluoruros y sulfatos.

El agua llega desde Torme

Más de ocho años después, en abril de este 2025, los vecinos de Fresnedo han podido abrir el grifo y saciar su sed, cocinar, lavarse los dientes. «La solución fue una de las que propusimos nosotros en su día, pero no nos hicieron mucho caso. Finalmente, se ha visto que sí, que era viable», confirma Itziar Damas, presiente de Agua Zero, la asociación de vecinos creada para luchar por una solución para su problema.

El agua llega ahora desde el depósito de Torme, mediante bombeo porque Fresnedo está más elevado, hasta el depósito de este último pueblo. Desde ahí se abastece también a Barruso, un barrio, a través de una tubería que circula próxima a la carretera, una forma de acceder mejor a esta en caso de averías.

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La asociación Agua Zero lleva años luchando para que se les escuche. «Te da rabia que después de tanto tiempo proponiendo esta solución y peleando por tener agua hayan tardado tanto en hacernos caso. Somos 15 personas, sabemos cómo funcionan las cosas», reconoce Damas.

A la Junta hubo que presentarle dos proposiciones no de ley para ser escuchados. «En estas proposiciones, las Cortes instaban a la Junta y al Ayuntamiento de Villarcayo a dar solución lo antes posible a nuestro problema», recuerda la presidenta de Agua Zero.

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La propuesta de los vecinos

Cuando se les hizo caso, se optó, después de varias propuestas, por tener en cuenta la que se ha implantado. Así que se hizo un estudio de captación, un aforamiento, que arrojó que Torme tenía agua de sobra para surtir a los dos pueblos, así que se pasó a la fase del proyecto. «Ya sabíamos que desde que se hiciera el proyecto hasta que fuera una realidad iba a pasar tiempo», reconoce Damas. En este caso, dos años han pasado.

«Se hizo la obra, se realizaron mejoras en los depósitos de ambos pueblos, se tiró la tubería, se pusieron bombas nuevas y ya tenemos agua que podemos beber», añade. Ahora los vecinos ya no dependen de las botellas de agua que les suministraba el Ayuntamiento de Villarcayo, pero que tenían que ir a recoger a la Casa del Concejo.

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Dos vecinos recogían agua embotellada de la Casa del Concejo cuando no podían consumir la del grifo. Agua Zero

En verano la población de esta zona rural de Burgos, cercana a Cantabria y el País Vasco, aumenta mucho. Confían en que el agua sea suficiente en esas fechas porque el proyecto tuvo en cuenta tanto los habitantes habituales de Fresnedo como el aumento de la población en verano.

La desconfianza es inevitable

El Ayuntamiento les ha asegurado que seguirá haciendo análisis de la calidad del agua. «Esperamos que ya no haya ningún problema», reconoce Itziar. Pero también añade que, aunque saben que el agua tiene que ser buena, apta para el consumo, la desconfianza también existe. «Todavía casi que te da un poco de desconfianza coger un vaso de agua del grifo y beberla», apunta.

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La falta de costumbre. Las casas seguían llenas de botellas de agua. «Aunque ya se podía consumir el agua del grifo, me ha pasado que estaba cocinando y automáticamente echaba agua de la botella a la olla y después pensaba: «si ya puedo usar la del grifo», añade.

Garantizar el acceso a un mínimo de agua de consumo

En la actualidad, aproximadamente 2.200 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso al agua potable. Se calcula que en el año 2050 más de la mitad del planeta no disfrutará del derecho al agua, sufrirá escasez de agua. Ante estas alarmantes cifras, en el año 2002 la Organización de las Naciones Unidas definió el derecho del agua como un derecho de todos.

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El Estado, las comunidades autónomas y las entidades locales deben garantizar el acceso a un suministro mínimo de agua de consumo para todos los ciudadanos, así como emprender acciones para promover el uso de agua de grifo. Con ello, Somacyl (la Sociedad Pública de Infraestructuras y Medio Ambiente dependiente de la Junta) asumió el 50% del coste del proyecto, la Diputación de Burgos abonó el 30% y el 20% restante corrió a cargo del Ayuntamiento de Villarcayo. El presupuesto total ha sido de unos 218.000 euros.

«Tenemos la satisfacción de que, por muchas medallas que se cuelguen el resto de administraciones y por mucho que hayan puesto el dinero, que es de todos, si no lo hubiésemos movido y peleado nosotros, esto seguiría igual», zanja Itziar Damas.

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